La zona ocupada por el yacimiento parece coincidir con la manzana delimitada por las calles Real, Santo Entierro (Callejón Nuevo), Luis Milena y Albenda, en el barrio de Las Palmeras de San Fernando. Es una ubicación relativamente centrada respecto a otras áreas con poblamiento púnico y romano cercanas como Centro Atlántida, Avda. Constitución y C/ Batallones de Marina, situada en la franja central de la antigua isla, no lejos de la costa meridional definida por las marismas adyacentes al caño de Sancti Petri. El asentamiento se emplazó en la parte alta de la ladera de un suave cerro hoy disimulado por el desmesurado crecimiento urbano de las últimas décadas, siguiendo un patrón bien conocido entre los saladeros y alfares prerromanos de la bahía gaditana.
En los años setenta y ochenta del siglo XX diversos trabajos de prospección superficial y documentación gráfica localizaron en varios perfiles dejados por una cercana cantera de áridos y por la construcción de las actuales calles Luis Milena y Albenda los restos de una pileta y un pavimento de opus signinum, una enorme área de dispersión de conchas de múrex, varios muros delimitando sendas estancias y materiales cerámicos predominantemente romanos. Dichas estructuras fueron posteriormente destruidas casi totalmente por el avance de la urbanización de la zona, especialmente hacia el norte y este de la zona de concentración de los restos, que ya en el momento de su hallazgo se encontraban a escasa profundidad. La elaboración de la Carta Arqueológica isleña (Bernal et alii, 2005) permitió realizar nuevas prospecciones superficiales parciales (en 2002 e inicios de 2005) que revelaron conjuntos cerámicos modestos y concentraciones de múrices.
En marzo de 2005, con motivo de la construcción de nuevos edificios, la zona central del yacimiento fue objeto de una intervención de urgencia (Pineda y Toboso, 2009). Se realizaron más de una decena de sondeos que -con leves variaciones topográficas- revelaron una secuencia repetitiva de apenas poco más de 1 m: un primer estrato (UE 01) de tierra vegetal y escombros de unos 30-55 cms; un segundo estrato (UE 02) de tierra marrón arcillosa de unos 30 cms de potencia media, asociado a concentraciones de cerámicas y de conchas de múrex; por debajo un estrato de arcillas rojizas geológicas (UE 03) que se asentaba directamente sobre la roca calcarenita de la base (UE 04). El cuadro 04, planteado sobre la pileta visible en el perfil de la calle Albenda fue prácticamente cuadruplicado en tamaño, localizándose en él los restos muy deteriorados de otra pileta situada junto a la ubicada en el perfil del solar (con una disposición en L de tradición púnica). Las estructuras estaban construidas mediante una fosa ajustada a su tamaño cavada en la roca y las arcillas del nivel geológico, presentando una estructura con cimiento y muretes realizados con pequeñas piedras trabadas con arcilla de unos 20 cms de anchura, conservándose únicamente el mortero hidráulico del suelo (con una pequeña poceta de escasa profundidad, sin asociación de materiales).
En febrero del año 2007 la localización fortuita de un testar en las cercanías del solar excavado dos años antes posibilitó la excavación parcial de una enorme fosa lenticular cortada en el terreno natural rocoso completamente rellena de conchas de murícidos y cerámicas. Tras el estrato superficial revuelto (UE 100) se pudieron diferenciar hasta cuatro fases de vertido diferenciadas (UUEE 101 a 104) que combinaban restos malacológicos con fragmentos de morteros de tipo opus signinum, instrumental métalico y pétreo (molinos, machacadores), desechos de horno y numerosas cerámicas fragmentadas probablemente provenientes de la actividad de un alfar cercano.
A partir de unos pocos fragmentos cerámicos recogidos tanto en superficie como en el propio conchero (anfóricos esencialmente, tipos T-11214/5 y T-12111, así como producciones de engobe rojo y pasta gris de la UE 101) podemos suponer un comienzo del proceso de ocupación de la zona en algún momento de los siglos V-IV a.C., aunque para esta fase que se extendería hasta los inicios del siglo II a.C. no es possible determinar si en la zona se emplazó un taller alfarero, un saladero de pescado, un taller de purpura o alguna instalación artesanal de carácter mixto (Sáez, 2008). La misma incertidumbre puede extenderse al momento final de la ocupación, que en todo caso no parece haber superado la fase tardorrepublicana o de inicios del Imperio.
Se desconoce si la excavación de las piletas en el año 2005 aportó algún indicio faunístico relevante para determinar la funcionalidad y productos fabricados en el saladero.
La excavación del conchero-testar en 2007 sí permitió recuperar algún instrumental (machacadores de piedra, anzuelos, cuchillo, etc.) que relacionan el lugar con la producción de púrpura y salazones piscícolas (Bernal et alii, 2011). Además de algunos huesos de fauna terrestre no identificables, erizos de mar y varias vértebras y espinas de pescado de gran tamaño (no estudiados), el conchero aportó grandes cantidades de malacofauna, dominada por especies de aprovechamiento purpurígeno (Hexaplex Trunculus, un 57,18% del total; y Thais Haemastoma, un 29,95%, M. Brandaris, un 2,7%). El resto de especies documentadas, comunes en otros contextos coetáneos, parecen haber estado vinculadas al consumo alimentario u otros propósitos en el seno del taller: M. Lineata (7,66%), S. Marginatus (0,99%), N. Reticulatus (0,68%), T. Decussatus (0,49%), A. Ephippium (0,14%), C. Angulata (0,09%), O. Ericanea (0,07%) y G. Glycimeris (0,05%). Se ha estimado un peso total para la malacofauna contenida en la fosa-conchero de unos 13.000 kg, equivalente a unos 325.000 individuos (de los cuales en torno a 292.000 serían purpurígenos).
Siglos II – I a.C.
Fundamentalmente por los materiales cerámicos recuperados en la zona en prospecciones realizadas desde los años 70 del siglo XX, y los contextos investigados en 2005-2007. Las cerámicas recuperadas en superficie y en el conchero incluyen ánforas locales (y desechos que sugieren la proximidad a hornos) e importadas (grecoitálicas y Dr. 1 itálicas, turdetanas), cerámicas tipo Kuass, barniz negro itálico, cerámicas pintadas, comunes y de cocina, además de algunos elementos residuales que amplían la cronología de ocupación del lugar hasta el siglo V a.C. Los materiales más recientes proceden de prospección superficial (Sáez, 2008), e incluyen cerámicas comunes y ánforas ovoides tardorrepublicanas.
Otro criterio de datación han sido la obtención de una fecha radiocarbónica a partir del análisis por 14C de una concha de múrice del vertedero excavado en 2007, cuya comparación con otras obtenidas en yacimientos cercanos ha permitido situarla en los inicios del siglo II a.C. Adicionalmente, la tipología y disposición de las piletas (además de sus técnicas edilicias) también constituyen indicios cronológicos significativos, en este caso acercando este saladero a la tradicional planta de las chancas púnicas de la bahía gaditana, con ejemplos similares en Las Redes, Puerto 19 o San Bartolomé cuya construcción es muy anterior al siglo II a.C.
Antonio M. Sáez Romero, Dario Bernal Casasola, «Calle Luis Milena (San Fernando, Spain)», RAMPPA, Atlantic-Mediterranean Excellence Network on Ancient Fishing Heritage (http://ramppa.uca.es/cetaria/calle-luis-milena), 23 November, 2016.